24 Horas Puebla

Unos suben…

La fiebre (y no por Covid-19) por las candidaturas a las presidencias municipales alcanzó hasta a los más impresentables militantes de partidos políticos, como es el caso del “chapulín” José Juan Espinosa Torres, ahijado del exgobernador Mario Marín, pues fue patrono de su boda, luego compitió para la presidencia municipal por San Pedro Cholula por el Movimiento Ciudadano… y ahora busca hacerlo por Morena.

No hay un político poblano a quien no se le haya documentado el volumen de abuso y deshonestidad tal como ha sucedido con este diputado local del PT, a quien también se le ha comprobado haber cometido violencia política de género… Hay quien afirma que los días del JJ como “hombre libre” están contados.

¿Será?

 

…otros se bajan

Sucedió en Zacatlán, el municipio que parecía ofrecer una cómoda ventaja para el alicaído PRI, con el actual edil Luis Márquez Lecona a quien hasta antes de la llegada del fin de se le consideraba un serio aspirante a la reelección por el destacado papel como autoridad municipal.

Márquez Lecona decidió abandonar la idea de repetir en el cargo por un periodo más. Aunque él mismo dijo que se trata de una decisión “estrictamente personal” para aprovechar la salud y estar con los suyos, también es cierto que el morenovallista José Luis Márquez, originario también de Zacatlán, reventó el acuerdo PRI-PAN por el incumplimiento de un  compromiso económico de más de seis ceros.

¿Será?

 

Armenta como AMLO, tiene su #LordMolécula

El presidente de la Comisión de Hacienda, el poblano Alejandro Armenta Mier es hábil en la política. Encuentra siempre la forma de fijar sus temas en la agenda  y talento le sobra hasta para desmarcarse de temas espinosos como el de la aprehensión del exgobernador Mario Marín, a quien acompañó en su gestión de gobierno.

El problema es cuando decide pagar paleros para que resalten su figura como sucedió con un par de “reporteros” que lejos de preguntar, hicieron de #LordMolécula con juicios de valor por arriba de la sensatez para rayar en el ridículo.

¿Será?