Seguramente, ustedes se acordarán de canciones como “Bolero falaz” o “Baracunatana”, pues estos temas son de Aterciopelados, una banda emblemática del rock alternativo colombiano, liderada por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago, a la cual la revista Time dijo que “la verdadera habilidad de ellos radica en su capacidad de tomar estilos del norte de la frontera musical… y darles nueva vida, a la vez que les da un brillo claramente colombiano”.

Aterciopelados tuvo su origen en 1990, bajo el nombre de Delia y los Aminoácidos, para posteriormente nacer Aterciopelados en 1993. La charla con ellos fue de lo más chévere, como se dice en Colombia, y es que el pasado 18 de marzo a través de Star+ se realizó un episodio de Bios. Vidas que marcaron la tuya, creado por National Geographic Original Productions, en el cual van reconstruyendo anécdotas y detalles desconocidos de su vida artística y personal.

Podemos ver las aventuras que vivió Andrea durante su infancia, en una finca familiar, que la prepararon para el vértigo del escenario.

Gracias a eso, es capaz de salir a un escenario que “es un deporte extremo”. Andrea recuerda que su madre siempre cantaba en las reuniones sociales y que, inevitablemente, era el alma de las fiestas.

Cosas que tal vez nadie imaginaba, como que para arrendar el bar Barbarie, Héctor y Andrea usaron ahorros de cuando Héctor trabajaba con su madre vendiendo granos y frutas en una tienda de abarrotes, en la plaza de mercado del barrio. Este bar, en el barrio de La Candelaria, se convirtió en un referente y redefinió la movida alternativa de la noche bogotana. Andrea y sus amigos artistas fueron los encargados de redecorar el sitio con una estética kitsch y postmoderna. Y esto se aplicaba también a los tragos que servían.

Andrea revela que llegó un punto en su carrera en que necesitaba tomar alcohol para conseguir subir al escenario. Tenía problemas con las cuerdas vocales y los tapaba emborrachándose.

Pero Héctor confiesa que terminó siendo un problema para la banda, porque su consumo no sólo afectaba su performance, sino que dificultaba relacionarse con ella. Entonces, Héctor le dio un ultimátum para que reconociera y enfrentara su problema.

Las palabras de Héctor siempre calaron muy hondo en ella y en ese momento estaba particularmente sensible. La charla devino en una fuerte discusión y terminaron diciéndose cosas que nunca habían llegado a externar, con el único objetivo de lastimarse.

La historia está marcada por hitos que funcionaron como auténticos puntos de inflexión.

Esto habla de mucha madurez, de crecimiento, pero sobre todo de ser generosos con el público que los ha seguido, ahora disfrutando de Andrea y Héctor, con experiencias de la maternidad, la paternidad, el feminismo, la búsqueda espiritual, el ambientalismo y más.

La columna de esta semana ha terminado, pueden ir en paz.

Comentarios, quejas, sugerencias: director@revistapuebla.com y @RayZubiri en Twitter e Instagram.

 

Por: Ray Zubiri