Llegó nuevamente el 8 de marzo, las mujeres lo sabían y entendían que había que volver a adueñarse de las calles por un par de horas para exigir justicia por crímenes de género, pero también para visibilizar que las autoridades aún tienen mucho trabajo para garantizar la seguridad de cada una de ellas.

Las convocatorias llegaron desde hacía unos días; era simple, unirse a uno de los múltiples contingentes para en esas horas de manifestación, generar que todas se sintieran realmente seguras de transitar libremente sin miedo a ser acosadas.

Volvieron a salir, tuvieron que hacerlo pues las violaciones, ataques sexuales, acoso, desapariciones y feminicidios siguen ocurriendo; algunas de ellas, incluso, comentaban que el día que no volvieran a matar o desaparecer a una de ellas, podrían dejar de marchar.

Fue así que, desde la mañana, las calles de la capital poblana se fueron llenando de contingentes; primero, del colectivo Voz de los Desaparecidos, quienes reprocharon un proceso lento para la localización de sus seres queridos.

Más tarde, la Fiscalía General del Estado fue el punto de encuentro para otras colectivas que se organizaron para marchar juntas, en el sitio se respiraba la unidad y organización entre las mujeres, mismas que organizaron una “Mercadita”, donde vendieron productos elaborados por ellas mismas y así apoyarse económicamente.

Al filo de las 4 de la tarde, las mujeres comenzaron a avanzar sobre bulevar 5 de Mayo y dieron vuelta sobre la 3 Oriente. A su paso, como ya se tenía previsto, volvieron a pintar consignas en paraderos de RUTA y romper cristales.

Las feministas lo han dicho más de una vez, van a seguir rompiendo, pintando y quemando cuanto haga falta hasta que las autoridades sean capaces de garantizar su tranquilidad, y como dice la consigna: “hasta que el patriarcado se caiga”.

Hubo diversas consignas, para que se garantice el aborto legal, gratuito y seguro; para que se castigue a los feminicidas, violadores, acosadores, agresores sexuales, quienes ejercen violencia vicaria, física y psicológica.

Sin embargo, este año hubo un grito que llamó la atención, enfocado a la sororidad, y es que hubo mujeres que aseguraron que el ser feministas no representa tener que pasar por alto las agresiones por parte de otras mujeres que, en ocasiones, también cometen violencia contra su propio género.

La convocatoria fue tal que, incluso políticas, convencidas, o no, de lo que el movimiento feminista representa, decidieron sumarse. Tal fue el caso de las panistas Augusta Díaz de Rivera, dirigente de este partido; así como la diputada local, Aurora Sierra.

También participó la legisladora del PT, Mónica Silva, quien jaló una carriola desde el Paseo Bravo.

La iconoclasia fue otro de los elementos que no pudo faltar en esta fecha: la fuente de San Miguel, Casa de Cultura y otros inmuebles del centro vieron estas intervenciones, pese a que se apostaron policías estatales y vallas, las mujeres volvieron a hacerse escuchar.

PARTEAGUAS AL 9M

Tres años han pasado desde que la colectiva veracruzana Brujas del Mar convocó al “Un día sin Nosotras”, el movimiento buscaba que mujeres de todos los sectores pararan sus actividades por un día para exigirle a las autoridades acciones concretas para frenar la violencia feminicida. Este 2023, el acto se replicará, quienes no puedan frenar sus labores, portarán distintivos morados, en tanto las que sí puedan ausentarse, tendrán en sus manos el privilegio de visibilizar desigualdades y omisiones.