Esta semana será decisiva para las dos opciones partidistas que contenderán los cargos de elección popular el año próximo. Tanto la alianza del grupo gobernante, Morena-PT-PVEM, como la coalición opositora del PRI-PAN-PRD (todo indica que MC irá solo), medirán a través de encuestas, quién será su abanderado para contender por la Presidencia de la República. 

 

Sí. Por primera vez en la historia, las mediciones demoscópicas serán el método por el que las alianzas partidistas designarán a sus candidatos. Antes eran mediciones no oficiales que realizaban partidos y aspirantes (cada vez más común desde los años noventa del siglo pasado, pero sobre todo a partir los dos miles) para medir el mentado “posicionamiento” real; pero ahora son métodos que incluso han registrado ante el INE, para su formalidad.

 

Para los que realizamos encuestas a nivel profesional (en el BEAP desde hace 25 años) es una satisfacción el que finalmente se valore el método demoscópico para definir candidaturas en los distintos institutos políticos. Pero también es cierto que mientras más se utilizan las encuestas… más se confunde y desprestigia nuestro trabajo (por algunos, desde luego).

 

Porque un método científico basado en una teoría comprobada y desarrollada desde hace décadas (quizás más de un siglo, pues en tiempos de Abraham Lincoln ya se levantaban encuestas en forma rudimentaria), hoy se ha convertido también en el quehacer de vivales que engañan a los políticos (los poco acostumbrados a razonar) con vaciladas que los colocan en posiciones absolutamente falsas y manipuladas por encargo (y por dinero, naturalmente), con la creencia de que si publican una medición en la que “van ganando”, eso provocará que la gente los prefiera.

 

Ya lo he aclarado mil veces y eso es totalmente falso. Pero los aspirantes (poco acostumbrados a reconocer la verdad) siguen creyendo en “consultores” que por una buena cantidad de dinero, les juran que ya “van arriba” (gracias a sus “estrategias”) en encuestas telefónicas, vaciladas en internet o redes sociales o en “sondeos” maravillosos que publican revistas en sus portadas.

 

Y entiendo que es imposible que haya un político que acepte que no es el puntero en una medición de preferencias pre-electorales. Pero lo que no entiendo es que solo crean lo que les conviene y rechacen el trabajo de los que no les dicen lo que quieren oír. Al contrario, debería preocuparles y tomar cartas en el asunto. Pero es una tarea inútil y absurda el quererlos hacer entender que las encuestas deben ser herramientas de trabajo para corregir o fortalecer estrategias, no para satisfacer egos y vanidades. 

 

Las encuestas son perversas si dicen que voy abajo. Pero encuestas que me dicen lo contrario, de empresas desprestigiadas o desconocidas (y hasta inexistentes) o “mediciones” telefónicas o “digitales”, esas “sí son las buenas”. En fin. Normal. Me extrañaría que ocurriera lo contrario.

 

Lo que sí es un hecho es que esta semana se levantarán las mediciones demoscópicas en todo el país por parte de las dos alianzas que buscarán el poder en 2024. Ojalá se realicen sin sesgos ni errores metodológicos. 

 

Pero seguramente habrá enojados por los resultados y gritarán que las encuestas fueron manipuladas. Y si eso pasa en el ámbito nacional… ya imagino lo que sucederá en Puebla y los Estados donde habrá elecciones para Gobernador y en los que también por encuestas se definirán candidatos.

Puuuffff. Naturaleza humana. 

 

X: @rodolforiverap

 

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