Ferrocarril interoceánico
Ferrocarril interoceánico

A 50 años de su desaparición, el Ferrocarril Interoceánico de Puebla es recordado por ser símbolo de modernidad y Revolución, consideró la profesora de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de la UPAEP, Ana María Peregrina Ruiz.

En entrevista con 24 HORAS PUEBLA, la especialista destacó la importancia de la Estación del Ferrocarril, pero no solo por el impacto que tuvo en la productividad y la industria nacional y local, sino también en la cultura y la forma de vida en la ciudad, la cual vivió la transformación de la propulsión mediante la fuerza de caballos, a la era industrial de la máquina de vapor.

EL ORIGEN 

La académica detalló que Puebla transitó a la modernidad cuando estableció la primera Estación del Ferrocarril Mexicano Interoceánico en 1869, una de las más antiguas del país.

Para ello, recordó que se establecieron cuatro estaciones la del Ferrocarril Mexicano, la del Mexicano del Sur, la del Interoceánico y la llamada Nueva Estación, permitiendo el transporte de mercancías y pasajeros entre las ciudades de México, Oaxaca y Veracruz.

Sobre la estación del Interoceánico, Peregrina Ruiz informó que se ubica donde ahora está el mercado Venustiano Carranza; sin embargo, acotó que “en realidad ocupaba en ese momento toda la 11 Sur, que era el borde de la ciudad de Puebla, a principios del Siglo XX.

“Es una zona que tiene una fuerte impronta del sistema ferroviario de Puebla; es fabuloso pensar que la ciudad entró a la modernidad y el progreso desde finales del Siglo XIX, porque en realidad esta planeación que se da con base en una concesión de los ferrocarriles británicos y con la tecnología que trajeron a México, es como se construye el patrimonio que hoy nos evoca toda una estrategia de comunicación, por el pasar de la tracción de los caballos para llegar a una revolución tecnológica”. 

Detalló que la construcción de la estación inició en la zona del Templo del Señor de Los Trabajos, zona que era limítrofe.

“Ahí se construyó un enorme conjunto de instalaciones que darían espacio a cada una de las entradas, salidas, bodegas y talleres; es fabuloso adentrarnos en este pasado que conecta a Puebla con su historia, con este punto que es el intermedio entre la Ciudad de México y el Puerto Veracruz; esto nos insertó en una revolución cultural y tecnológica para ver la cara del progreso, ligado a la vida de los poblanos”. 

EL PROGRESO ECONÓMICO

La primera parte del proyecto de la antigua estación del Tren Interoceánico arrancó con el proceso de adjudicación y la asignación del territorio para las instalaciones.

Al respecto, Ana María Peregrina destacó que todo se dio en etapas progresivas, desde los procesos administrativos hasta el inicio de la construcción de las obras en 1890: “para culminar con la inauguración del Tren Interoceánico en 1907, en una serie de etapas evolutivas, en las cuales la arquitectura y la ingeniería entran en conjunto para hacer de Puebla un nodo de comunicaciones; esto es lo que quería finalmente los pobladores, que la ciudad se convirtiera a un ejercicio de comunicación que uniera con la capital, pero también a las dos costas, la del Atlántico con la del Pacifico”. 

Recordó que, en la etapa colonial de Puebla, desde la entidad se controlaba y gobernaba desde el Puerto de Veracruz hasta Acapulco; este último, recordó, recibía dos veces por año una embarcación grande procedente de China, por lo que al llegar el Siglo XIX, que inicia con la Independencia de México y termina con el Porfiriato, se caracterizó por ser “una etapa de mucha incertidumbre política. Tuvimos la guerra con Estados Unidos y luego la Intervención Francesa, en fin, que el Siglo XIX fue una etapa de enormes turbulencias”.

Agregó que este periodo decimonónico representó para Puebla la oportunidad de entrar al ritmo de la modernidad con “la locomotora, el sonido de los silbatos de vapor, las fábricas; todo empezó a ser una nueva cultura, una nueva socialización; las personas empezaron a comprar boletos para trasladarse a Veracruz, a Oaxaca y todas las ciudades emergentes y pequeñas comunidades que formaban parte de la región”.

Respecto al cambio de ritmo que le dio el tren a la vida cotidiana de Puebla en las labores del Siglo XX, la académica recordó que un caballo, y por ende en una carrera, no podían alcanzar velocidades superiores a los 20 kilómetros por hora, a diferencia de las extraordinarias velocidades de hasta 80 kilómetros por hora, que cuadruplicó el ritmo de los viajes por el país. 

DECADENCIA 

Sobre el final de la estación del Ferrocarril Interoceánico, Ana María Peregrina destacó que terminó siendo engullida por la expansión del propio Centro Histórico de la Ciudad de Puebla. 

“El Centro Histórico fue avanzando, sobre todo en la década de los 50 y 60, en el momento más alto de enlazar puntos y personas, fue cuando inició su decadencia; la propia terminal terminó quedando rodeada del avance de la urbanización de Puebla y, siguiendo las notas de Gloria Tirado, que es quizá la más importante voz a cerca de la historia del Ferrocarril en Puebla. Ella decía que la estación quedó finalmente en un abandono relativo, a mediados de los años 60; de hecho, para el final de la década, el Ferrocarril Interoceánico ya había dejado de prestar su servicio, de 1973 a 1974, ya había dejado de dar servicio”, concluyó.

Por: Arturo Cravioto

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