Como regalo navideño, Reynalda Chávez León anhela que su hijo Martín, de cuatro años, recupere la salud y abandone el hospital ya que, desde que nació, debe intentarlo al menos cada 15 días en el Hospital del Niño Poblano (HNP).
Su niño tiene una malformación anorectal de nacimiento y también padece hipospadias, por lo que ha sido sometido a diferentes tratamientos para devolverle la salud.
“Regresamos al hospital el lunes de la semana pasada, para hacer cierre de colostomía porque no salió bien la cirugía y en un rato va a entrar al quirófano para que le quiten lo que le están obstruyendo, mientras le vuelven a agendar otra cirugía”, relató la madre de familia.
La mujer, oriunda del municipio de Tehuitzingo, se turna con su esposo el cuidado del menor niño en el hospital, mientras que su hijo mayor se queda al cuidado de sus suegros.
La familia se ha organizado para atender al pequeño Martin, mientras su suegra los apoya económicamente, porque son campesinos y han descuidado sus tierras.
“Es complicado porque no sólo estamos un día, sino semanas; ahorita llevamos ocho días y, si todo sale bien, estaremos ocho días más. Mi hijo el grande está con mi suegra, ella nos ayuda mucho porque los gastos aquí son muy fuertes”, relató.
La campesina duerme en el albergue del Niño Poblano, donde paga 25 pesos si presentan el carnet del niño hospitalizado mientras que, si tienen que comprar medicamento, gastan entre 400 y 800 pesos diarios.
“Es cansado y también desgastante porque si no hay medicamentos tenemos que salir a buscarlos y uno se queda con el. Mi hijo usa unas bolsas que aquí cuestan 100 pesos, pero usa varias”, aseguró.
Reynalda Chávez reconoció que hay gente que los ayuda llevándoles pan y café para que enfrenten las inclemencias del frío y que los apoya con sus gastos personales.
La madre de familia aceptó que su hijo está “chocado” de estar internado y que entre más crece, más padece los procesos hospitalarios.