El envío terrestre de combustibles desde Texas hacia México está detenido desde hace dos semanas, tras un endurecimiento en las inspecciones aduanales mexicanas.

La medida responde al combate contra la evasión fiscal en las importaciones de gasolina y diésel, impulsado por la administración de Claudia Sheinbaum. Según reportes, los camiones cisterna no pueden cruzar la frontera, generando un cuello de botella que preocupa al sector energético.

Las inspecciones reforzadas buscan frenar a importadores que evaden el pago de impuestos. La paralización afecta a miles de barriles diarios que abastecen el mercado nacional.

De acuerdo con Rajan Vig, director ejecutivo de Indimex, no se espera una reapertura inmediata, sobre todo por el reciente periodo de Semana Santa. Tampoco se ha anunciado una solución oficial por parte del gobierno mexicano.

México es el principal receptor de combustibles estadounidenses. Según la Administración de Información Energética (EIA), en enero ingresaron 1.15 millones de barriles diarios al país. De ellos, 470 mil eran de gasolina terminada y 237 mil de diésel.

Este cierre podría generar afectaciones logísticas, retrasos en el abasto y presión sobre los precios locales si no se resuelve pronto.

El paso fronterizo es vital para el flujo de productos petrolíferos. La interrupción prolongada amenaza con alterar la cadena de suministro energética en México.

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