La detención de alcaldes vinculados en actividades fuera de la Ley ha cimbrado el panorama político y social del estado, exponiendo una realidad que, sabíamos existía y hoy resulta alarmante. Literal se acaba de abrir la caja de Pandora, y es una realidad que el crimen organizado encontró cobijo en algunos ayuntamientos.
Los casos recientes de los hermanos González Vieyra, alcaldes de Ciudad Serdán, Tlachichuca y San Nicolás Buenos Aires, así como los cateos en propiedades de ediles en Cuautempan y Ahuazotepec, revelan la crisis que exige análisis serio y reflexión profunda sobre la gobernabilidad que hay en algunos municipios.
¿Cuántos alcaldes realmente están siendo investigados por nexos con el crimen organizado?, ¿Cuántos de ellos se han reelegido?, ¿A qué partidos pertenecen?
Hay que reconocer que la Fiscalía General del Estado ha mostrado una postura muy activa en la persecución de estos casos. En marzo de 2025, un operativo conjunto con el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional derivó en la detención de Uruviel y Giovanni González Vieyra, junto con su padre, mientras que Ramiro González Vieyra, alcalde de San Nicolás Buenos Aires, permanece prófugo. En los cateos a sus propiedades se encontraron armas, drogas y animales exóticos.
En Cuautempan, el alcalde morenista Gerardo Cortés enfrentó un cateo donde se hallaron drogas, armas y autos robados, mientras que en Ahuazotepec, el hijo del edil fue detenido tras descubrirse un arsenal y estupefacientes.
No dudo que estos operativos dejan muy bien a la Fiscalía General del Estado, sin embargo, es inevitable preguntarnos, ¿la estrategia será suficiente para erradicar el problema?, ¿deben apostar las autoridades por acciones reactivas en lugar de preventivas? En este contexto, el Congreso de Puebla deberá participar de manera contundente.
A pesar de que en abril de 2025, legisladores urgieron la creación de candados para impedir que aspirantes con nexos delictivos participen en elecciones, la realidad es que no se ha avanzado en una reforma concreta.
La ausencia de una Ley que blinde los procesos electorales del crimen organizado es una grave omisión y aunque algunos legisladores se escuden bajo la existencia del Programa Estatal de Blindaje Electoral (PEBE), la realidad es que este programa se limita a protocolos administrativos que les falta fuerza.
Otras entidades morenistas, como el Estado de México, han puesto el dedo en la llaga implementado famosos operativos como el llamado Enjambre, el cuál tiene el único objetivo de perseguir a servidores públicos ligados al crimen organizado.
La realidad es complicada, Puebla carece de un marco legal robusto que garantice la integridad de los candidatos. Ante ello y sumado a la inoperante acción legislativa, los partidos políticos -por conveniencia o negligencia- seguirán postulando a figuras cuestionables, como los González Vieyra, quienes fueron reelectos en 2024 bajo la bandera de Movimiento Ciudadano. La detención de alcaldes es un paso necesario, pero desafortunadamente no es insuficiente. La FGE debe complementar sus operativos con investigaciones que lleguen a las raíces de estas redes, incluyendo a posibles cómplices en los partidos y en los tres niveles de Gobierno.
Por lo pronto se debe priorizar la prevención mediante la creación de un sistema de inteligencia que detecte a tiempo a candidatos con antecedentes dudosos. Pero la responsabilidad mayor recae en el Congreso, que debe dejar de lado las pugnas partidistas y legislar con urgencia una reforma electoral que exija antecedentes penales y patrimoniales verificables para todos los aspirantes. Sin estos candados, seguiremos atrapados en un ciclo de escándalos que ponen en riesgo a la ciudadanía. La gran pregunta es si las autoridades y los legisladores estarán a la altura del reto o si, una vez más, cerrarán los ojos ante una realidad que cada elección se vuelve más compleja y preocupante.
Ojalá que en unos años dejemos de ser noticia por alcaldes delincuentes y se convierta en ejemplo de un sistema político-electoral limpio y transparente y efecto. ¿Usted qué opina?