El exmandatario uruguayo falleció en Montevideo tras una batalla contra el cáncer. Su legado permanece como símbolo de humildad y lucha social.

MONTEVIDEO, Uruguay.– José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay entre 2010 y 2015, murió a los 89 años en su residencia de Rincón del Cerro, acompañado de su esposa, Lucía Topolansky. El líder político enfrentaba desde enero un cáncer de esófago que se extendió al hígado, por lo que recibía cuidados paliativos.

Mujica fue un referente de la izquierda latinoamericana y dejó una huella profunda en la política uruguaya. Fue guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y permaneció 12 años en prisión, siete de ellos en régimen de aislamiento, durante la dictadura militar.

Su presidencia fue ampliamente reconocida por su estilo austero. Donaba gran parte de su salario como presidente y optó por vivir en una granja en lugar de la residencia oficial. Promovió políticas centradas en la justicia social, el respeto por los derechos humanos y una crítica constante al consumismo.

Durante su gestión, Uruguay avanzó en reformas progresistas y consolidó su imagen como uno de los países más estables de América Latina. Su forma de vida sencilla lo convirtió en un símbolo global de coherencia entre discurso y práctica.

En 2024, pese a su estado de salud, respaldó la candidatura presidencial de Yamandú Orsi, quien lo sucedió como figura relevante dentro del Frente Amplio.

El Gobierno uruguayo y diversas figuras internacionales han lamentado su muerte, destacando su compromiso con la democracia, la igualdad y la ética pública.

Pepe Mujica deja un legado que trasciende fronteras, basado en la coherencia, la resistencia y una vida dedicada al bien común.

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