El alto el fuego entre India y Pakistán se mantenía en pie al cierre de la edición, a pesar de las acusaciones mutuas de violaciones a la tregua anunciada el día anterior.

El cese total e inmediato de las hostilidades, confirmado el sábado por ambos gobiernos, fue el resultado de una mediación estadounidense encabezada por el presidente Donald Trump.

La escalada bélica, que duró cuatro días, dejó al menos 60 muertos y desplazó a miles de personas. Este conflicto fue el más grave desde el de 1999, elevando el temor a una guerra abierta entre las dos potencias nucleares.

Trump, en su red Truth Social, destacó que la tregua fue el fruto de una “larga noche de conversaciones”. Minutos después, los gobiernos de Nueva Delhi e Islamabad confirmaron el acuerdo, aunque la paz mostraba signos de fragilidad desde el amanecer del domingo.

El secretario de Relaciones Exteriores de India, Vikram Misri, acusó a Pakistán de violaciones repetidas del alto el fuego y mencionó que las fuerzas armadas indias estaban “dando una respuesta adecuada”. En contraste, el gobierno pakistaní aseguró que se mantenía comprometido con la tregua y respondía con “responsabilidad”.

La situación era especialmente tensa en la región de Cachemira, dividida desde 1947. En la aldea de Kotmaira, India, la casa de Bairi Ram fue destruida por los bombardeos. “Todo está acabado”, dijo a los periodistas.

Analistas advierten que la calma es precaria y que las relaciones seguirán siendo hostiles. Se prevén ataques esporádicos, incluso si cesa la actividad militar directa.

La violencia comenzó tras un atentado en Cachemira india el 22 de abril, donde murieron 26 turistas.

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