Cada jueves de Corpus Christi, la ciudad de Puebla revive una tradición única que mezcla religión y picardía popular.

Esta celebración se realiza el jueves siguiente a la Santísima Trinidad y honra la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

La ciudad se llena de “panzones” en el Parián, figuras de pan que representan personajes populares. Son artesanías con gran creatividad.

Paralelamente, se exhiben pequeñas mulitas hechas de barro, yeso o mazorca. Simbolizan a comerciantes que llegaban al zócalo montados en mulas.

También es el día de los Manueles, un apodo festivo para quienes llevan ese nombre, en honor a "{Dios con nosotros}".

El origen de las mulas se remonta a una leyenda con San Antonio de Padua: una mula hambrienta ante la Eucaristía se arrodilló, reconociendo su divinidad.

Los “panzones” y muñecas de cartón son una sátira de la aristocracia rural: reproducen patrones adinerados de manera humorística.

El Parián se convierte en epicentro de la fiesta, ofreciendo antojitos poblanos y productos artesanales, atrayendo tanto a habitantes como turistas.

Estas tradiciones son muestra de un sincretismo cultural entre lo católico y lo mexicano, manteniendo viva la memoria colectiva local.

Aunque los panzones y mulas son típicos de Puebla, otras regiones también exhiben rituales similares de Corpus Christi, aunque sin los elementos simbólicos locales.

En pleno siglo XXI, estas manifestaciones sobreviven gracias al esfuerzo de mercados, artesanos y fieles que las promueven cada año.

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