Lo que alguna vez fue una alianza estratégica entre Donald Trump y Elon Musk se ha transformado en una guerra abierta de intimidaciones y declaraciones polémicas.

En el más reciente episodio, el presidente de Estados Unidos amenazó con revisar la situación migratoria del magnate sudafricano y retirar los beneficios gubernamentales a sus empresas.

“No lo sé. Tendremos que examinarlo”, declaró el republicano ante medios en la Casa Blanca, al ser consultado sobre una posible deportación del empresario naturalizado estadounidense y canadiense.

La fractura comenzó en junio, cuando Musk criticó el proyecto de presupuesto federal republicano, llamado One Big Beautiful Bill Act, lo que provocó tensión.

Trump bromeó que podría imponer el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) contra Elon, insinuando auditorías y recortes de apoyos federales a Tesla y otras compañías.

La animadversión del mandatario creció tras el rechazo del empresario a los recortes de incentivos para la industria de vehículos eléctricos, un tema clave para Tesla.

“Está molesto porque perdió su mandato de autos eléctricos, pero podría perder más que eso”, advirtió Trump, sugiriendo consecuencias económicas y legales severas.

En Truth Social, el presidente escribió que, sin subsidios, Musk “tendría que cerrar la tienda y regresar a Sudáfrica”. Según The Washington Post, sus empresas recibieron más de 38 mil millones en apoyos públicos.

Musk, tras contenerse, denunció que una cláusula del proyecto facilitaría abusos de poder, acusando a Trump de querer blindarse con herramientas autoritarias.

Finalmente, Musk amenazó con fundar el Partido América y llamó a castigar en primarias a quienes respalden el proyecto: “Perderán si es lo último que hago”.

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