Disiento
Por: Pedro Gutiérrez / @PedroAGtz

Entre el 15 y 16 de septiembre de 1939 nació el Partido Acción Nacional, el partido político más serio, institucional, ordenado e históricamente congruente del sistema político mexicano. La génesis del PAN fue el combate al socialismo impulsado por quien acaso haya sido el peor presidente del siglo XX: Lázaro Cárdenas. El aniversario del PAN a 80 años de su fundación tiene que ver con la lucha contra un fenómeno muy similar al cardenista: el populismo lopezobradorista.

Y digo aniversario, que no festejo, porque precisamente subyace la pregunta: ¿Tiene algo que festejar el PAN actual? Más allá de la natural conmemoración que se hace de nuestra institución dada su longevidad e histórica aportación a la democracia, cabe la reflexión si en estos días aciagos para la vida política del país puede hablarse de festejo y si estamos haciendo la tarea que corresponde a la oposición del régimen populista.

Veo a muchos panistas casi de plácemes por el aniversario del PAN y por la conmemoración de la XXIV Asamblea Nacional celebrada el fin de semana pasado. Veo a los mismos panistas de siempre, ocupando los espacios de decisión de siempre, con rostro de felicidad por seguir tomando las decisiones de siempre. Solazarse como consejeros nacionales o locales vitalicios es sinónimo de decir: “Llevo aquí más de 20 años mamando de la ubre burocrática en el PAN, y aunque no he hecho nada útil como consejero, ya me gané un espacio dorado, inútil pero dorado”. Aquí le pregunto a la militancia: ¿Qué beneficio les ha dejado que ciertas vacas sagradas en el PAN sean consejeros vitalicios? La respuesta la sabemos de antemano.

En lo personal, me gustaría ver un relevo generacional del panismo, que entienda la difícil situación que vive la república y los retos que hay que afrontar para dar la vuelta a la página en estos tiempos francamente convulsos. Un relevo generacional, además, inteligente, con militantes preparados y no sólo aptos para la selfie de redes sociales. Con capacidad de argumentación y debate, y no sólo para la picaresca mundana.

No sólo no se observa un relevo generacional inteligente en el PAN, sino que pareciera que tenemos que recurrir a viejos liderazgos para sostener un discurso y postura frente al lopezobradorismo. Me refiero al regreso de Vicente Fox y su proclama para partirle la madre a la 4T. No critico el retorno de Fox —me declaro, de hecho, admirador del guanajuatense— sino la incapacidad manifiesta de Marko Cortés y la horda de inútiles que tiene a su alrededor para encontrar mejores fórmulas y combatir al régimen caudillista.

Hablando de Marko Cortés, hay que señalar que a nuestro pobre partido no pudo tocarle peor presidente nacional en el marco de la celebración del 80 aniversario: es la incapacidad encarnizada y la estulticia hecha hombre. Es el mejor ejemplo de expresiones presidenciales como aquella que dice que la oposición está moralmente derrotada. Efectivamente, basta con ver el rostro y escuchar la argumentación del jefe nacional como para concederle inmediatamente la razón a López Obrador. El PAN, en manos de Marko Cortés, es un niño de pecho ante el ogro antropófago que representa la 4T.

La cara de felicidad de los panistas, entre ellos personajes locales que resultaron electos consejeros nacionales, contrasta con la pobreza opositora que representa el PAN de Marko Cortés. Tuitean alegres y Morena ríe a pierna suelta porque para su fortuna no ven un PAN combativo, sino un blanquiazul postrado.

Luego entonces ¿Nada que festejar? Yo diría que el mejor festejo sería que el PAN se muestre ante los ciudadanos como la única alternativa de oposición férrea al populismo morenista. Que el pueblo nos vea como una herramienta cierta, estructurada y fuerte ante el peligro autoritario. Que ante la pérdida de poder adquisitivo, la crisis económica, el alza de la violencia y los afanes caudillistas, la gente vea una luz al final del túnel y que esa luz sea un PAN vívido, fresco, útil a los electores.

Si se quieren los resultados de siempre, sigamos la fórmula de siempre, parece decir la burocracia panista nacional y local: los personajes de siempre, las decisiones de siempre, el partido de siempre. Al final, para ellos, no hay nada que perder, pues siguen disfrutando de los privilegios eternos que reditúan poco o nada a los panistas de base o a los ciudadanos.

No digo que no se conmemore a Gómez Morin o la noble tradición democrática de Acción Nacional. Sólo señalo que la mejor forma de honrar a nuestros fundadores y la congruencia histórica del PAN (Rodríguez Prats dixit) es dejarse de festejos fatuos e insulsos y remover las aguas para salir de esta suerte de zona de confort o complacencia en la que nos tiene hundidos Marko Cortés y la burocracia dorada nacional y local. Es ahora o nunca. Luego no nos quejemos de que la 4T se perpetúe en el poder y lacere nuestras libertades políticas.