Es el día uno del tercer año de la pandemia. Han pasado 730 días desde que llegó el primer caso de coronavirus a Puebla, con el arribo del ejecutivo de la empresa Volkswagen, procedente de Italia en donde pasó el periodo vacacional.

El terminó del asueto de ese primer caso de contagio de Covid-19 significó la cancelación de muchas de las actividades y paradigmas con las que generaciones crecimos y que, obligados por la crisis de enorme magnitud, nos cambió la vida.

Vista desde una perspectiva macro, resulta fría, impersonal, casi distante porque está lejos de plasmar la magnitud de la tragedia por la que hemos transitado quienes permanecemos aún a costa de la mortuoria estadística.

Podrían ser muchos más los muertos que ha provocado Covid-19 y sus diversas variantes, pero atenidos a la cifra que todos los días ofrece el Sector Salud en Puebla, las personas que han dado positivo a esta enfermedad al cierre de esta semana, es de 155 mil 214 víctimas.

Eso significa que cada día desde aquel 10 de marzo de 2020, 202.6 personas se han contagiado cada día. Cada hora de esos 730 días casi 8.5 mujeres, hombres y adolescentes han resultado con la enfermedad.

Desde el inicio del primer día de la pandemia hasta nuestros días el número de muertes asociadas con Covid ha ido a la baja. El consuelo de la disminución de decesos llega tarde, sin embargo.

Un análisis aritmético elemental ilustra el tamaño de la tragedia. En ese mismo periodo han fallecido 17 mil 22 personas a causa de la pandemia. Casi cada hora alguien resultó muerto durante los dos años de pandemia, con 23.2. Víctimas han sido menesterosos y acaudalados; blancos, negros o amarillos; musulmanes, católicos; agnosticos o ateistas.

La cifra, aunque oficial, no significa que sea del todo precisa pues en algunas comunidades o clínicas el registro de actas de defunción crecieron con un diagnóstico de neumonía atípica o problemas de corazón que antes eran desconocidos en los pacientes.

El sub registro ha sido reconocido por la autoridad federal en todo momento, lo que no significa necesariamente regateo en el manejo de la estadística pandémica, sino al contrario, el reconocimiento de la existencia de un desafío que puso a prueba a todo el país, sin excepción.

Eso explica que durante los primeros meses de la crisis de salud, la conversación en torno de nuestras sobre mesas y redes sociales se llenaran de obituarios, crespones, oraciones y despedidas dolorosas para quedar todas y todas llenos de duelo del que aún es difícil de salir.

Todos sabemos que los primeros meses de la pandemia fueron los más difíciles. A la crisis de salud se debieron añadir otras variables como la presión psicológica y emocional. Sabernos presa de una enfermedad de la que no había información consistente ni abundante, colocó a todos en niveles descomunales de estrés.

La crisis de salud por Covid ha sido también de la ética y la moral pública. La rapacidad política y económica encontraron una ventana de oportunidad para sacar ventaja o réditos. En el espejo retrovisor se ven cada vez más pequeños. Por el bien de la mayoría hay que esperar que pronto desaparezcan con todo y sus apetitos indecibles.

 

@FerMaldonadoMX

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado