Hace exactamente dos años, apenas nueve personas habían dado positivo a Covid-19 y aún no cobraba la vida de nadie en Puebla. En 730 días se han registrado 155 mil 758 contagios y han fallecido 17 mil 65 poblanas y poblanos, informó el Sector Salud este jueves.

No existe nadie que no haya perdido un hermano de sangre o de la familia extendida. El duelo no terminaba aún, cuando ya se tenía noticia de la partida de alguien más, incapaz de resistir el embate de la enfermedad.

De contagios, ni hablamos. Hay municipios o poblaciones en el territorio que no tienen el número de habitantes similar al de quienes han contraído la enfermedad en sus diversas variantes, hasta la más reciente: Omicrón.

La efeméride permite ver como en un espejo retrovisor este periodo convertido en el infortunio más difícil que haya enfrentado la humanidad entera debido al coronavirus, que luego fue formalmente declarado pandemia, definida por la Organización Mundial de la Salud por su capacidad de propagación en países y continentes.

Muchas cosas han tenido que ser modificadas. Los protocolos de  actuación frente a los nuestros y extraños. Nos arrebataron el gusto por abrazar y besuquear a nuestros afectos y cariños, por ejemplo.

Los medios debimos aprender algo de ciencia, microbiología, estadística, matemática para encontrar una nueva narrativa y llegar a las audiencias, necesitadas de nuevos códigos y herramientas para comprender lo incomprensible. Un virus capaz de arrebatarnos el gusto por lo inmediato y gratuito: respirar.

No ha habido un solo gobierno o líder político al que se le haya facilitado entender la dimensión de ese desafío. Un lunes 16 de marzo de hace dos años, Miguel Barbosa inauguraba las ruedas de prensa para informar sobre acciones de la administración frente a la enfermedad, hasta entonces desconocida.

La primera de esas mañaneras fue presencial en el Salón Juárez, de Casa Aguayo, frente a unos 40 reporteros que habitualmente dan seguimiento a la fuente gubernamental. No estaba ni por asomo transmitir la comparecencia del Ejecutivo y su gabinete por medios digitales.

En una crónica escrita por el reportero esa mañana de lunes (https://www.parabolica.mx/2020/columnas/parabolica/item/2148-cronica-de-una-mananera-a-la-poblana) se puede contrastar el pasado aquel con el presente.

En la fotografía de la época, Barbosa aparecía flanqueado por tres funcionarios del gabinete que fueron cesados, despedidos o “renunciados”: David Méndez Márquez, exsecretario de Gobernación; Raciel López Salazar, exsecretario de Seguridad; y Jorge Humberto Uribe, en Salud.

“No fue un encuentro fácil el de la mañana de este lunes entre Miguel Barbosa y la fuente que da seguimiento a sus actividades como titular del Ejecutivo: la primera mañanera con una crisis derivada de la irrupción del Coronavirus…”, decía aquella crónica que inauguraba el periodo de mayor exposición mediática del poder público en Puebla, luego de los tres últimos tres gobernadores que se encerraron en sus respectivas burbujas.

Barbosa ha sido el mismo, antes y después del inicio del primer día de la pandemia. “No ha dejado de ser el hábil tribuno de reflejos rápidos que construyó acuerdos y tiró pretensiones cuando los tiempos del Senado”.

 

@FerMaldonadoMX

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado