Pensé que los mexicanos habíamos aprendido la lección cuando por más de 70 años le otorgamos el poder al PRI para que hiciera lo que quisiera con nuestro país.
Tal parece que somos un país de memoria muy corta y con un par de programas sociales olvidamos nuestra historia. Cuesta trabajo reconocer que somos un país de modas políticas que otorga su voto al que le dé más y quien nos pida menos. Anteriormente nos escondíamos tras el discurso de que el régimen controlaba todo. Que no había democracia en los medios de comunicación, que televisa nos decía qué hacer y que el gobierno no quería que tuviéramos acceso a la educación.
Claramente ese argumento ha quedado atrás, pues con todo y la revolución digital, las redes sociales, el internet y la inteligencia artificial, le hemos dado el poder absoluto al partido creado por López Obrador.
¿No me cree?
El partido obradorista tendrá mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, la mayoría el Senado de la República, gobernará 24 de 32 estados del país y tendrá 27 congresos locales con mayoría. Sí, leyó bien, 27.
De los 500 curules disponibles en la Cámara de Diputados, los mexicanos decidimos darle 236 diputaciones a Morena, 161 de mayoría relativa y 75 de representación proporcional. Hasta ahí no suena descabellado hasta que se suman los votos de los aliados del partido guinda. El Partido Verde se quedó con 77 diputaciones: 57 de mayoría relativa y 20 de representación proporcional; PT con 51 diputaciones: 38 de mayoría relativa y 13 de representación proporcional. En total, Morena se quedará con ¡364 escaños! Algo que no se veía desde 1982 cuando el PRI tuvo el mismo poder.
En el Senado sucede algo similar, sólo que Morena se quedó a dos lugares de obtener la mayoría calificada. De los 128 escaños disponibles en la cámara alta, Morena ganó 60, el Partido Verde 14 y el Partido del Trabajo 9. Es necesario mencionar que el partido obradorista ganó 62 senadurías a través del voto y 21 restantes fueron plurinominales.
A estas alturas y con las dictaduras recientes alrededor del mundo, la sociedad mexicana decidió darle el poder a un partido que, si bien rompió varios esquemas en su manera de gobernar, también cometió muchos errores durante estos seis años.
Los datos coinciden, Andrés Manuel López Obrador tiene casi el 70 % de aprobación y su partido se adueñó de prácticamente todo el país.
Nos guste o no, la oposición nunca pudo dañar la imagen de un personaje seguido y querido por los mexicanos. No pudieron destruir su narrativa ni modificar su tono discursivo. Lo curioso es que ayer, al mismo tiempo que AMLO daba su sexto informe desde el Zócalo capitalino, en distintos puntos del país y en la mismísima avenida Reforma, hasta llegar al Ángel de la Independencia, las protestas por la reforma al Poder Judicial la daban los jóvenes, lo mismo de la UNAM, la IBERO, CIDE y más instituciones educativas. Las imágenes hablan por sí solas.
Dios nos ampare.