Para Carlos, iniciar una vida saludable ha sido de las mejores decisiones en su vida; sin embargo, elegir a su coach fitness, no. Guiado por recomendaciones de boca en boca, el joven de 24 años dio con el perfil de Francisco, un “famoso” entrenador que contaba con miles de seguidores en Instagram, a quien varios de sus conocidos seguían y cuyos comentarios eran buenos.

Al tener lo que él consideró suficiente para considerarlo de confianza, Carlos pidió información del servicio de entrenamiento personal, pues explorando su perfil en Instagram, observó decenas de videos con consejos de entrenamientos, rutinas de alimentación y testimonios de clientes beneficiados.

Por lo anterior, el pasado 13 de febrero, el joven de 24 años le escribió por mensaje directo. La respuesta no tardó en llegar y el entrenador le pidió su WhatsApp para proporcionarle la información. Francisco le ofreció un plan personalizado que incluía asesoría nutricional, chequeos corporales mensuales y hasta 20 sesiones por mes. Además, ofrecía una sesión de muestra sin compromiso.

“Soy Francisco, entrenador personal. Te mando por acá los costos. El gym nos pidió dar una cuota de 400 pesos por sesión para cada persona, pero sinceramente se me hace un abuso. Yo les estoy dando un costo de 3 mil 300 al mes y te incluye un plan de entrenamiento, asesoría personalizada, un chequeo mensual con body, plan de alimentación si lo llegas a requerir y 20 sesiones al mes”, escribió en el mensaje de bienvenida.

Convencido de la oferta, Carlos comenzó a realizar los pagos. En total, transfirió 15 mil pesos. Cada depósito era acompañado de capturas de pantalla como comprobante, pero las clases –prometidas para comenzar en cuanto se hiciera el primer pago–, nunca iniciaron.

EL MUNDO DE PRETEXTOS

Una vez que se realizaron los pagos por el concepto de inscripción, las cuotas por los dos meses de entrenamiento, comenzaron las excusas.

“El primer pretexto fue que se reportó enfermo de gripa y dijo que no quería contagiar; lo entendí. Luego, que una supuesta falla en el celular impidió que se despertara a tiempo, porque no sabía que había pasado con el teléfono y no sonaron las alarmas que tenía”, contó el joven.

En entrevista, Carlos dijo que el supuesto coach inventó que tenía un desgarre, por lo que debía ir a consultas con fisioterapeutas –incluso–, que debía ser inyectado y permanecer en reposo. “Todo este tiempo me pasaba rutina por WhatsApp, pero nada de esto estaba en el plan inicial”, agregó.

Contó que desde el 7 de marzo comenzaron los mensajes para buscar al entrenador y con ello los pretextos. La última vez que respondió fue el pasado 12 de marzo y, desde entonces, silencio total.

Por lo anterior, Carlos buscó a Francisco para recuperar parte del dinero.

“Le pedí la devolución del dinero correspondiente al segundo mes, eran 5 mil pesos y recordé que del primer mes había muchas sesiones pendientes, pero solo dio pretextos, ni clases, solo respondió que iba a regresar el dinero para no tener problemas”, señaló.

Carlos contó que los mensajes para recordarle el pago del dinero se repitieron el 31 de marzo, así como el 9, 15 y 28 de abril. Sin embargo, hasta este 30 de junio, el entrenador no ha respondido, ni devuelto el dinero.

Este caso es uno de los tantos que la Policía Cibernética del Estado de Puebla advierte como comunes en redes sociales, es decir, es parte de los 568 fraudes electrónicos que la corporación ha reportado en lo que va de la reciente administración estatal.

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