La alianza entre Elon Musk y Donald Trump terminó en confrontación directa, con amenazas económicas, acusaciones en redes sociales y efectos inmediatos en los mercados bursátiles de Estados Unidos.

El conflicto inició tras el rechazo de Musk al nuevo proyecto de ley fiscal del presidente, el cual reduce impuestos y recorta el gasto público. El CEO de X expresó su desacuerdo públicamente.

Como respuesta, Trump advirtió que podría cancelar contratos federales con SpaceX y Tesla, argumentando que los subsidios a Musk ya no eran sostenibles ni necesarios para la administración.

Musk elevó la tensión al insinuar que Trump aparece en los archivos del caso Epstein, escribiendo en X que “esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos”.

Aunque el presidente no negó el señalamiento, respondió afirmando sentirse decepcionado por el empresario, recordando que apoyó su reelección con inversiones millonarias y respaldo administrativo.

Musk fue parte del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) y promovió activamente la campaña de Trump en su momento. Ahora respalda voces que exigen un juicio político.

Steve Bannon, aliado del presidente, exigió incluso la deportación de Musk, señalando su origen sudafricano como un problema de seguridad nacional y legal.

Durante una reunión con el canciller alemán, Trump calificó la ruptura como efecto de un “síndrome” que afecta a quienes se apartan de su gobierno.

La disputa impactó en los mercados: las acciones de Tesla cayeron 18% y SpaceX amenazó con detener operaciones de su cápsula Dragon, usada por la NASA.

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