Donald Trump generó controversia al declarar que Los Ángeles está “siendo invadida” por un “enemigo extranjero”, aludiendo a las protestas contra redadas migratorias.
Durante un discurso en Fort Bragg por el aniversario del Ejército estadounidense, el presidente prometió “una fuerza muy grande” contra quienes se manifiesten. La frase provocó indignación nacional.
Trump afirmó que los manifestantes “portan banderas extranjeras” y reciben “financiamiento oculto”. Por ello, ordenó al Departamento de Justicia iniciar investigaciones.
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En paralelo, el gobierno federal desplegó 4,800 efectivos en Los Ángeles, más que los asignados a Irak o Siria. El gobernador Gavin Newsom denunció el operativo como una amenaza democrática.
Karen Bass, alcaldesa de Los Ángeles, decretó toque de queda nocturno en el centro de la ciudad. La medida responde a disturbios que dejaron 29 negocios vandalizados y muros con grafitis.
Las manifestaciones se propagaron rápidamente. De acuerdo con medios estadounidenses, hubo protestas en al menos 25 ciudades, incluidas San Francisco, Dallas y Atlanta.
Los costos del operativo militar ascienden a 134 millones de dólares, recursos destinados originalmente a mantenimiento. Ya se reportan 378 personas detenidas, incluidos 67 que bloquearon la autopista 101.
Organizaciones civiles convocaron nuevas protestas bajo el lema No Kings, coincidiendo con el cumpleaños de Trump. El mandatario advirtió: “Se encontrarán con una fuerza muy grande”.
Para activistas como Néstor Fantini, sociólogo radicado en Los Ángeles, el despliegue refleja una escalada preocupante: “Se restringe no solo la migración, también el derecho a disentir”.
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