En abril pasado este espacio publicó “Chiapas invade Puebla”.
¿Por qué del título?
Por una sencilla razón, el gobernador Luis Miguel Barbosa acababa de nombrar a Raciel López Salazar como titular de la Secretaría de Seguridad Pública.
Y resulta que Raciel López es de Chiapas.
Durante 10 años fue procurador de Justicia y después fiscal General de Chiapas con los gobernadores Juan Sabines Guerrero y Manuel Velasco Coello.
En 2019 dejó la Fiscalía chiapaneca para irse como delegado de la Fiscalía General de la República (FGR) al Estado de México.
Y en marzo de 2020 Barbosa Huerta lo trae a Puebla.
Antes, en agosto de 2019, el mandatario poblano había designado a Yassir Vázquez Hernández como subsecretario de Transporte de la Secretaría de Movilidad y Transportes (SMT).
Y Yassir Vázquez… también es de Chiapas.
Fue presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez, la capital chiapaneca, cargo que tuvo que dejar en 2012 ante las demandas de corrupción y desvío de recursos.
Incluso está vigente la inhabilitación para ocupar un cargo administrativo.
Además, está vigente la orden de aprehensión que tiene, girada por el Juzgado Segundo Penal en Atención a Delitos Graves de Tuxtla Gutiérrez, asentada en la causa penal 153/2015.
Los expedientes de Raciel López y Yassir Vázquez no importaron.
Lo que imperó fue –y es– el lazo fraterno de Juan Sabines y Manuel Velasco con Luis Miguel Barbosa.
Por ello, los mando policiacos están en manos de chiapanecos.
También las direcciones de la Policía Estatal, Policía Auxiliar y Vialidad.
Al igual que direcciones de los Centros de Readaptación Social y de Seguridad Pública Municipal; ahí están los casos de San Martín Texmelucan, Tehuacán, Ajalpan y Tecamachalco, entre otros.
De ahí el título: “Chiapas invade Puebla”.
Como si en Puebla no hubiera policías de carrera.
Como si en Puebla no hubiera gente capaz y preparada para estar al frente de Seguridad Pública.
Como si en Puebla no hubiera un abogado para estar al frente de la Fiscalía General del Estado, y se tiene que nombrar a uno de Sinaloa –Gilberto Higuera Bernal–, cuyo padrino (Genaro García Luna) está en prisión en Nueva York por presuntos nexos con El Cártel de Sinaloa.
¿Y DÓNDE ESTÁ “EL GENERAL” DE SEGURIDAD PÚBLICA?
Lo anterior lleva a la interrogante:
¿Y dónde está “el general” de Seguridad Pública del estado?
Sí, el señor licenciado Raciel López.
Porque resulta que la delincuencia organizada continúa cabalgando por todo el territorio poblano, los crímenes dolosos no disminuyen, tampoco los asaltos ni los feminicidios.
¿Qué cambio se ha tenido?
Nada. Casi nada ha cambiado.
Y el señor licenciado Raciel López vaya que si conoce Puebla.
Ya estuvo desde los años 90 como subdelegado en Puebla de la extinta Procuraduría General de la República (PGR).
Además, tiene un poderoso padrino (¿serán Los Chinos?) con fuertes y reales nexos en la FGR.
Sin olvidar al también poderoso Ardelio Vargas Fosado, ex secretario de Seguridad estatal, ex jefe policiaco federal y ex titular de Migración, que del morenovallismo-peñismo brincó al morenismo para convertirse en el súper asesor del gobernador Barbosa.
Vaya historia que tiene y vive la seguridad pública en Puebla.
Durante el sexenio morenovallista la seguridad estuvo bajo resguardo de dos fuereños: Facundo Rosas Rosas y Jesús Rodríguez Almeida.
Con Gali Fayad, un poblano inexperto, inoperante y ambicioso joven: Jesús Morales Rodríguez.
Y con Barbosa Huerta retornaron los fuereños.
Durante seis meses estuvo el vicealmirante Miguel Idelfonso Amezaga Ramírez, quien fue sustituido por Raciel López.
Por lo que aún retumba el grito de los policías estatales: “¡Fuera chiapanecos… fuera chiapanecos… fuera chiapanecos!”.
Vale aclarar:
Nada, absolutamente nada, se tiene en contra de la ciudadanía chiapaneca.
Ellas y ellos merecen respeto.
Tal y como aconteció con Javier López Zavala (originario de Pijijipan, Chiapas), por citar un ejemplo.
Lo que se expone es que los fuereños que han estado al frente de la Seguridad Pública en la entidad… han velado por sus intereses personales, de grupo y para llenar sus talegas.
Total, regresan a su tierra y nada pasa.
Mas dejan un estado lleno de dolor, sangre y destrucción, muertes y desaparecidos gracias a la impunidad de la que han gozado, y gozan, los cárteles del crimen organizado.
¿Cambiará la historia?
Al tiempo.