De nacer como un lujoso pronunciamiento de ostentación y poder, para ser acallado en la Revolución, el viejo edificio de la 2 Oriente y la 2 Norte, del Centro Histórico de Puebla, pasó de almacén de ropa hasta museo de arte contemporáneo en 114 años.
Es uno de los edificios más llamativos del primer cuadro poblano, sin duda, el cual a decir de las especialistas en arte y arquitectura de la UDLAP y la UPAEP, Marie France Desder y Dolores Dib, fue un pronunciamiento de la modernidad y el poder económico de la época en la ciudad de Puebla.
EL MITO Y EL MISTERIO
Marie France Desdier Fuentes, directora de Espacios Culturales y Patrimonio Artístico de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), reveló en exclusiva para 24 HORAS PUEBLA que, en reciente conteo por parte del personal de vigilancia, se registraron 22 mil 245 remaches, los cuales mantienen íntegra su estructura de hierro.
“Hay la idea de que, de tenerse los medios, todo el edificio podría transportarse en una sola pieza debido a la tecnología de su estructura, a base de piezas prefabricadas de hierro en forma de jaula”, indicó.
Detalló que el inmueble “fue propiedad del consorcio francés celebrado entre las familias Signoret & Reynaud, quienes escogieron el modelo del edificio en venta por catálogo -una actividad común de la época- y fue realizada por la empresa Schwartz & Meurer, misma que hizo la herrería de la asamblea legislativa en la capital del país”.
Sobre la autoría del edificio, cuyo mito urbano la adjudica, para autodeleite de los angelopolitanos, a Gustave Eiffel, autor de la torre del mismo nombre, Dolores Dib, académica de Arquitectura de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), aclaró que es desconocido el nombre del arquitecto diseñador del proyecto.
– Hasta ahora no he encontrado datos de quién hizo el proyecto.
– Pero está relacionada la compañía de Eiffel, ¿no?
– Claro, en el edificio aparece el sello de la empresa que hizo la estructura Schwartz & Meurer, se supone que son los mismos que hicieron muchas de las estructuras de la Torre Eiffel.
Detalló que, tras la Revolución, en 1927, los empresarios barceloneses dueños del inmueble, al caer en quiebra, se lo venden a William O. Jenkins, quien “lo ocupó como departamento, posteriormente, lo renta a otros empresarios e instalan la tienda Fábricas de Francia, la cual cierra sus puertas en 1960”.
De la etapa posterior, la historiadora de la UDLAP añadió que el inmueble fue rentado a tiendas Blanco, “que vendían telas y ropa familiar”, la cual cerró en 1973, por lo que el inmueble estuvo abandonado hasta 1980, cuando lo absorbe la Fundación Jenkins.
Finalmente, en 1988 se rehabilitó, se instaló el restaurante Vips y en la planta alta las oficinas la Fundación. Desde 2009 es sede de la Capilla del Arte de la UDLAP.
EL PRONUNCIAMIENTO
“La construcción del edificio fue todo un suceso en su época, ya que se logró hacer la tarea monumental de traer materiales y la estructura de hierro e instalar un edificio de 3 mil metros cuadrados; es un inmueble de tres plantas, con estructura afrancesada, llamada Iron Cast, con muchos ejemplos importantes en varias partes del mundo”, narró Marie France Desdier.
LA TRASCENDENCIA
Destacó que entre los edificios similares en el país está la sede del actual Museo del Estanquillo, en Ciudad de México, al cual Marie France Desdier calificó como el hermano menor del emblemático edificio poblano; “tienen similitudes arquitectónicas, también la estructura de hierro IronCast, pero la mitad de su tamaño”.
Otro edificio del mismo estilo y corriente es la vieja sede del Palacio de Hierro, en el Centro Histórico de Ciudad de México, así como otras construcciones en Orizaba y Córdoba, Veracruz. La estructura fue la tecnología que permitió la construcción posterior de rascacielos como el Flat Iron, en Nueva York.
Al respecto, la especialista de la UDLAP destacó la relación geopolítica entre estos innovadores edificios y el artilugio tecnológico de la época que era el ferrocarril, que unieron Veracruz, Puebla y Ciudad de México.
“Esto tiene que ver con las rutas que seguía el propio ferrocarril, porque todo entraba por mar en el Puerto de Veracruz y de ahí venían todos en tren a la Ciudad de México, pasaban por Puebla y aquí tuvimos la detonación de la economía y el comercio entre la capital del país y el Puerto de Veracruz”.
Como otro hito marcado por el emblemático edificio, la historiadora del arte destacó que fue el primero en atreverse a rebasar, aunque sea ligeramente, la altura del Palacio Municipal, lo cual estaba prohibido por la Ley de aquella época.
Detalló que uno de los slogans de las tiendas de ropa del edificio de sus primeras épocas decía “Nosotros vendemos bien, porque compramos bien“.
Reveló haberlo encontrado en una fotografía antigua durante una investigación para documentar la historia del lujoso inmueble, lo cual habla de que había el entendimiento de que no solo trataban bien sus clientes, sino también a sus proveedores y esa era la filosofía que traían los franceses de aquella época.
Al respecto Dolores Dib, en concordancia, consideró al edificio como “un testimonio del sistema de construcción, donde emplearon el hierro que era el material en boga a finales del Siglo XIX; la innovación tecnológica se combina con la belleza del edificio; además tenía una escalera imperial en medio del área, desafortunadamente, con las intervenciones que se realizaron durante el Siglo XX, fue desinstalada”.
Por: Arturo Cravioto