Por Mario Galeana
Hacer amigos en Tinder es muy fácil. Se descarga la aplicación al smartphone, se ponen unos cuantos datos, unas cuantas fotos, una breve descripción. Después se activa la ubicación del teléfono para buscar mediante geolocalización a las personas que uno desearía conocer.
Y listo. Se entra no en el mar del azar y las casualidades, sino en la tierra firme de los encuentros medidos, porque Tinder permite, incluso, definir la edad y la distancia –mínima o máxima– a la que uno desea que se encuentren las personas que aparecerán ante nuestras pantallas.
El azar sólo cabe en ese desfilar de perfiles que corren sin fin en nuestras manos. Cinco fotos. Biografías cortas. “Sólo amistad” o “encuentros casuales”. El triunfo de Tinder es precisamente ese: que hacer amigos es muy fácil. Quizá demasiado. Basta con que dos personas hagan “match”, es decir, se gusten.
Tania Nazda Verónica Luna y Luis H hicieron “match”. Se conocieron. Las autoridades no han dicho desde hace cuánto, pero se sabe que eran amigos. Al menos lo fueron. Lo fueron antes de que él la ahorcara con una cadena, la noche del miércoles 28 de septiembre, en un pequeño departamento al norte de la capital de Puebla, en la colonia Tepeyac.
El teléfono de ella timbró largamente aquella noche. Era su padre, Ramón Verónica, alarmado desde Veracruz. Habían llegado a Puebla por la mañana. Era común que padre e hija viajaran juntos hasta la ciudad donde ella estudiaba el quinto cuatrimestre de Sociología, en la BUAP, y que él regresara a su estado, a casa, ese mismo día. Lo hacían porque juntos, codo a codo, se sentían más seguros.
Por eso la ausencia de Tania al teléfono lo alarmaba. El primer mensaje de la contestadora sonó a las 8:30 de la noche, y desde entonces, se repitió una y otra vez.
“A las 8:30 le volví a marcar. Y ya no me contestó. De ahí a las 9, a las 9:30, a las 10, a las 11, a las 11:30. Y no. Ya no me contestó”, relató Ramón a medios de comunicación hace una semana, durante una despedida que la comunidad universitaria ofreció por el feminicidio de Tania.
Ramón pasó la noche en vilo. Al día siguiente llamó a un compadre que habitaba en la ciudad para verificar el estado de Tania. Y él la encontró en el piso, bocabajo, con una cadena atada por el cuello.
Hasta ahora, la Fiscalía General del Estado (FGE) no ha determinado públicamente por qué Luis, probable responsable, asesinó a Tania, aunque en filtraciones a algunos medios de comunicación indican que él pudo haber robado un mini componente, una televisión, un celular y dinero del departamento de ella.
La FGE informó que Luis “había dado muestra de violencia en contra de sus ex parejas, quienes lo consideran una persona agresiva”.
El 7 de octubre las autoridades obtuvieron del juez de Control la medida cautelar de prisión preventiva en contra de Luis, y se prevé que en los próximos días se lleve a cabo una audiencia de vinculación a proceso. De ser declarado culpable, él podría pasar 60 años en la cárcel.
Indignación por el crimen
Eduardo Galeano dijo algún día que el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.
El escritor uruguayo lo dijo sin saber que, a principios de octubre de 2016, su frase sería pintada junto a un memorial dedicado a Tania. De haberla conocido, posiblemente estaría más de acuerdo que nunca.
Tania tenía planes. Pronto presentaría en un congreso de Sociología organizado en Nicaragua un trabajo de investigación sobre la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales).
El 3 de octubre pasado, cuando la facultad realizó un homenaje por Tania, sus padres dijeron a medios de comunicación que les gustaría que la investigación fuera presentada tal y como ella lo ideaba.
Su homicidio causó indignación entre la comunidad de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
En su homenaje, sus compañeros y amigos de la universidad exigieron justicia y seguridad. Porque, a su parecer, ni Tinder ni cualquier otra aplicación es responsable de que una mujer pueda ser asesinada, sin más, por el simple hecho de ser eso: mujer.